sábado, 21 de septiembre de 2013

Experiencias de muerte compartida

Experiencias
de
muerte compartida

A finales de la década de los setenta del siglo pasado el doctor Raymond Moody sorprendió al mundo entero con la popularización de las llamadas experiencias cercanas a la muerte, un tipo de vivencias que hasta la fecha apenas habían trascendido públicamente, pero que con su libro Vida después de la vida pasaron a formar parte del imaginario popular Según su trabajo, aquellos que habían estado en la frontera de la muerte describían percepciones que insinuaban la supervivencia de la conciencia tras la muerte. Ahora Moody regresa con una nueva investigación, en este caso relativa a las experiencias de muerte compartida.

José Gregorio González
Revista Enigmas Nº 182, Enero de 2011.


Millie Davies se había quedado dormida, al igual que su madre y su hermana, en la habitación del hospital donde su padre luchaba contra un cáncer de pulmón. En fase terminal y tras un día en coma, el desenlace se podía producir en cualquier momento y quen'an estar allí para acompañarle. Hacia las dos de la madrugada, Millie se despertó al escuchar la dificultosa respiración de su padre. Supo que había llegado el momento. Al incorporarse y mientras dudaba si despertar a su madre y hermana, contempló junto a la cama de su padre dos columnas de luz que interiormente y sin saber el motivo, identificó como ángeles que venían a acompañar a su padre en su último viaje. Al acercarse a él, pudo ver cómo emanaba de su pecho una fina niebla, que terminan'a disipándose. "Yo había creído siempre que si veía algo así como un alma que salía del cuerpo, subin'a vertical y sin detenerse. Pero aquello se quedó allí un rato, como una niebla, y después desapareció".
Esta experiencia es apenas una anécdota dentro de la casuística recogida por el especialista en experiencias cercanas a la muerte -ECM-, Raymond Moody, quien acaba de afrontar el reto de reunir estas vivencias en un libro que está llamado a generar gran controversia. No en vano, describe visiones de una realidad "espiritual" que se abre como un lúcido abanico ante los ojos de aquellos que se hallan en la situación de acompañar a una persona en el momento de su muerte; visiones que desafían a la lógica y a la razón pero que ocurren, desconcertando y reconfortando al tiempo a los testigos. Moody, que incluye en su recopilación de casos el que él mismo pudo vivir en el lecho de muerte de su madre junto a su esposa, hermanas y cuñados, retoma el estudio de un tipo de experiencias que ya fueron descritas por autores pioneros en la investigación de fenómenos para-normales, como Edmund Gurney, Frederic Myers y Frank Podmore, miembros de la Society for Psychical Research y autores de Fantasmas de los vivos, o la doctora Florence Barrett y su incunable Visiones en el momento de la muerte. Autores como el pediatra Melvin Morse o el psiquiatra Peter Fenwick también han hallado EMC en sus estudios sobre experiencias en el lecho de muerte.
  
Los trabajadores del sector sanitario, aquellos que más próximos están, que mejor conocen el hilo que separa la vida de la muerte, son los principales testigos de las ECM y las Experiencias de Muerte Compartida.


Muerte compartida:
un paso a la objetividad
La comunidad científica vivió una auténtica convulsión cuando hacia la segunda mitad de la década de los setenta del siglo pasado las ECM se convirtieron en un asunto de conocimiento general gracias al trabajo de Moody y otros colegas, un asunto del que hablaban abiertamente los profesionales del ámbito de la salud. Aquellas visiones del túnel, que parecían insinuar la continuidad de la vida después de la muerte, no pasaban desapercibidas para la mayoría. Frente a los que interpretaron esas descripciones como un indicio de la supervivencia de la conciencia tras la muerte, no faltaron enfoques críticos, escépticos frente a unos relatos que eran tachados de subjetivos, de creaciones fantasiosas de los pacientes, generadas por el estrés de una situación de muerte inminente, la falta de oxígeno a nivel cerebral y otras concomitancias como el aumento de la actividad eléctrica cerebral. La salida del cuerpo era una apariencia o alucinación fruto de la anestesia; la visión del túnel, un efecto de la fisiología neuronal o un recuerdo del nacimiento a través del útero –aunque poco les importa a los escépticos que el neonato tenga los ojos cerrados durante ese tránsito-; el encuentro con seres fallecidos, las inusuales percepciones sensoriales, el ser de luz al final del trayecto o el detallado repaso vital, se explicarían como alucinaciones placenteras provocadas por la mente -por falta de oxígeno, como efecto de la anestesia...- para aliviar el estrés de una muerte inevitable.AI margen de ello, el "fenómeno Moody" provocó que más y más testimonios llegasen a sus archivos y que decenas de expertos se interesasen por el asunto abordando múltiples aspectos y poniendo en marcha investigaciones que continúan desarrollándose. En los centros hospitalarios españoles, al igual que en los de todo el mundo, el personal conoce muchas de estas historias, a las que se suelen referir con expresiones como "otro que volvió", "otro que estuvo en el túnel" y similares. No obstante, el nuevo de bate abierto por Raymond Moody viene dado por las conclusiones de su nuevo libro Destellos de Eternidad, publicado en España por Edaf, en el que se ocupa de otro tipo de experiencias similares, pero protagonizadas por los acompañantes de los moribundos. A falta de un término mejor las ha denominado "experiencias de muerte compartida" -EMC- y parecen ser abundantes y conocidas por familiares y personal sanitario. La popularidad de la que ha gozado su bestse/teren los últimos treinta años le situó en una posición privilegiada como receptor de este tipo de vivencias por todo el mundo, un hecho que vincula en su nuevo libro con otra circunstancia crucial: la creciente tendencia a vivir la muerte de forma más cercana y consciente, permitiendo el acompañamiento en los centros hospitalarios. Una circunstancia que Moody vincula con el trabajo de Elisabeth Kübler-Ross. "La obra de la doctora Kübler-Ross -escribe Moody- contribuyó a poner fin a los tabúes que existían en muchas culturas occidentales en contra de debatir y estudiar abiertamente la muerte. También contribuyó a reformar el modo en que se cuida a los pacientes terminales, para que la muerte fuera menos dolorosa psicológicamente, no solo para los moribundos, sino también para sus médicos, enfermerasy los seres queridos que dejaban atrás". De esa forma, al facilitarse el acompañamiento, familiares y profesionales de la salud se exponen con mayor frecuencia a ser copartícipes del momento de la muerte, y de los fenómenos y visiones metafísicas que parecen concurrir durante el mismo.
A diferencia de lo que sucede con las ECM clásicas, los testigos de las EMC son personas sanas y despiertas, que narran experiencias detalladas, lúcidas y sorprendentes, que no pueden ser atribuidas a la falta de oxígeno o a la medicación. Un buen porcentaje son vividos de forma colectiva ante la muerte de otra persona, lo que hace más inviable cualquier tipo de alucinación. Como explica Moody en su libro, "las experiencias de muerte compartidas me han enseñado que estar próximos a la muerte puede significar también, estar próximos a la muerte de otros. Estar en presencia de la muerte, no necesariamente de la nuestra, tiene algo que puede abrir una puerta a un mundo superior; una puerta que los que se mueren pueden abrir a los que seguirán viviendo".

 
Los investigadores han definido las Experiencias de Muerte Compartida a partir de siete etapas diferentes que suelen vivir los testigos, si bien es posible que no experimenten todas ellas.


En la antesala de la muerte
Hoy en día las experiencias cercanas a la muerte -ECM- o 'de muerte y entrada en el túnel", como también son denominadas, en gran medida gracias al impacto divulgativo que supuso la publicación de Vida después de la Vida, del doctor Raymond Moody, traducida a decenas de idiomas y con millones de lectores compartiendo fascinación y sorpresa por dichas vivencias. Hasta la época en la que Moody habló de ellas al gran público estas experiencias se quedaban en la esfera personal, no trascendían del entorno familiar o del personal médico que asistía como testigo a estos "retornos" de la muerte.
La "ECM tipo" incluye una serie de etapas identificadas por Moody en sus años de discreta investigación, fases que arrancarían tras producirse y muchas veces certificarse la muerte clínica del paciente. La salida de la conciencia fuera del cuerpo y la contemplación externa de su propio físico inerte suele ser el comienzo de la ECM, una fase en la que a veces el protagonista observa como el personal médico u otras personas intentan reanimarle o auxiliarle. Esta etapa se convierte en especialmente interesante al proporcionar información susceptible de ser verificada sobre los escenarios, comportamientos, protagonistas e infinidad de asuntos vinculados con el momento vivido, en el que el cuerpo del protagonista no tiene "conciencia" ni "autonomía".
Es frecuente que esa información incluya datos que no pueden ser explicados, salvo que el sujeto haya vivido una experiencia extra-corpórea que le permitió desplazarse fuera del lugar de los hechos o contemplarlos desde una perspectiva espacial diferente a la que ocupaba su cuerpo inmóvil. Tras este momento esencial, la ECM suele proseguir con el desplazamiento del sujeto a través de un túnel o un recipiente curvo al final del cual se vislumbra una luz cálida.
Es bastante habitual que en ese tránsito se describan olores, sabores, colores, texturas y sonidos con características desconcertantes, así como la percepción o una definida contemplación de seres queridos ya fallecidos que parecen salir al paso para aportar tranquilidad. Al final del "trayecto" el individuo se halla con un ser de luz, identificado con una figura religiosa, del que emana una ternura y amor y junto al que realiza una revisión minuciosa de su vida.
El sujeto revive momentos con todo lujo de detalles, sintiendo el efecto agradable o desagradable que sus acciones generaron en otras personas. Finalmente, y a pesar de lo placentero de la vivencia y el nulo interés en retornar a lo cotidiano, el protagonista que vive una experiencia de muerte clínica es "invitado" a volver con su vida, a regresar a su día a día aun cuando ya no volverá a ser el mismo.
Puede darle un trayecto de retorno o verse nuevamente dentro de su soporte físico, con todas las percepciones y sensaciones lógicas de la situación que su cuerpo ha estado protagonizando. Lo vivido opera un cambio, hasta cierto punto lógico al haber estado al borde de la muerte, en la manera de percibir el mundo y en los criterios y prioridades de sus futuras vidas.



El fenómeno Moody provocó que más y más testimonios llegasen a sus archivos y que decenas de expertos se interesasen por él


Pero, ¿qué sucede en estos casos? ¿Qué ven quienes acompañan en el proceso del morir a otros seres? El autor ha concretizado siete etapas, aunque, como sucediera con las ECM, advierte que no siempre se tienen que dar todas y reconoce no haberse encontrado con ningún caso que las aglutine. En el momento de la muerte, el testigo nota "una corriente o ráfaga de energía", o bien una percepción sonora equivalente, para después experimentar algunas de estas fases:

1.-Cambio de geometría
Esencialmente en el momento de la muerte el acompañante percibin'a un cambio en la geometn'a del lugar, como si el entorno se cambiase de volumen, textura, etc. Se trata de un parámetro difícil de ver-balizar, ya que a veces desaparecen las paredes, cambian los colores, se agranda el espacio. Como apunta Moody, "en el momento de la muerte se abre una especie de trampilla que conduce a una dimensión diferente y más amplia".


Estar en presencia de la muerte, no necesariamente de la nuestra, tiene algo que puede abrir una puerta a un mundo superior

 

2.-Luz mística
La presencia dé una luz mística es otro factor frecuente, una luminosidad especial que envuelve al moribundo y a la habitación, una luz reconfortante que casi se puede tocar y que parece ejercer un efecto transformador positivo, algo que ha llevado a Moody a considerarlo como uno de los elementos más profundos de las EMC. Para él, puede tener mucho que ver con la que se vislumbra al final del túnel. "Se dice que es una luz cristalina, que emite pureza, amor y paz Algunos dicen que la luz palpita con estos elementos, y que tiene profundidad y seriedad. No es corriente, es una luz que aumenta la sabiduría de la persona, su transformación espiritual y otros elementos místicos", asegura el autor.

3.-Música y sonidos musicales.
Una mujer de Maryland contó cómo en el lecho de muerte de su marido tuvo una visión en la que a habitación estaba llena de gente, rodeando la cama de su esposo. De pronto fue como si bajara un destello de un ángulo de la estancia, dejándose oír una música particular "Pedí a todos que guardaran silencio para oírla. A medida que sonaba con más fuerza, el destello se volvía más fuerte, y se desplazó hacia mi marido. Era la música más hermosa y complicada que había oído yo en mi vida. Cada nota era como un destello. Yo veía la música..."

4.-Experiencias extracorpóreas.
Viene dado por la experiencia extracorpórea del acompañante, que puede verse junto al "doble astral o espiritual" de la persona que está a punto de fallecer, con el que además puede comunicarse.

5.-Vivir una revisión de la vida.
Una quinta etapa o elemento es el concerniente al repaso de la vida del moribundo, una fase muy interesante en la que el testigo vive junto a la persona que está en el trance de muerte la revisión de momentos vitales. Es frecuente que se revisen episodios sobre los que el acompañante no tenía conocimiento previo y que puede verificar. Una testigo declaró que al morir su marido se vio junto a ella mirando lo que parecía una gran pantalla, "y veíamos desplegarse su vida ante nosotros. Vi algunas cosas que no sabía". Otra mujer, madre de un adolescente, describió a Moody cómo habían sentido la fuerza vital de su hijo en el momento de la muerte, transformándose el entorno en un luminoso escenario en el que estaba junto a su hijo rodeado de sus escenas vitales: "Vi cosas que había olvidado, y otras que no había sabido hasta entonces".

6. Encuentro con plano de otros mundos o celestiales.
Contemplar planos o escenarios "celestiales" constituye una sexta característica identificada en los casos de EMC, un paso muy similar a las visiones del "más allá" proporcionadas por quienes han experimentado una ECM. En estas situaciones los testigos transitan con el fallecido por un entorno variable pero que emana serenidad y pureza, llegando un momento en el que ya no puede proseguir y ha de dejar que el moribundo continúe solo a través de un portal, un puente, un río, etc.

7.-La niebla en la muerte.
Viene dada por la visualización de una niebla o nubécula, como vapor de agua, que emite o sale del cuerpo del moribundo en el momento de su muerte y que tiende a ser asociada al concepto de espíritu o alma. Un psicólogo de Carolina del Norte le narró a Moody como había visto esa niebla en varias oportunidades: "En ambas ocasiones vi que los pacientes abandonaban sus cuerpos en forma de nube (...)Yo describiría esas nubes diciendo que son una especie de niebla que se forma alrededor de la cabeza o del pecho. Parece que tienen algo de eléctrico, como si fueran una alteración eléctrica..."

La percepción de un mundo con caracteristicas celestiales es una de las fases más peculiares de las Experiencias estudiadas por el Doctor Moody.


Una mujer describió a Moody cómo había sentido la fuerza vital de su hijo en el momento de su fallecimiento

Un campo por explorar
El Dr. Moody ha aprendido a convivir con las críticas hacia sus estudios sobre las ECM, pero la casuística que ahora presenta le va a reportar una nueva controversia. A fin de cuentas, ¿cómo explicar estas EMC?, ¿por qué hay personas que las viven y otras no?, ¿alucinaciones generadas para consuelo de los familiares, que sienten alivio ante una "supervivencia" tras la muerte de los suyos? Parece demasiado rebuscado, máxime cuando los casos coinciden y en especial, cuando se dan episodios donde hay más de un acompañante percibiendo esos fenómenos. Todo apunta a que estamos ante una casuística emergente, claramente multicultural y ajena a religiones, que va camino enriquecerse con nuevos testimonios que tal vez ayuden a disipar algunas de las numerosas dudas que ahora suscita.

1 comentario:

  1. Cuando pueda me compro el libro..... ALGO que comparten 2 O MÁS PERSONAS, ¡ES IMPOSIBLE QUE SEA UNA ALUCINACIÓN!

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