lunes, 11 de junio de 2012

Marcianos, rusos y cine


Dos divulgadores canarios sostienen que el planeta Marte y sus habitantes han sido usados en el cine como una metáfora del pulso entre rusos y americanos.

Tomás Martín y Juan Antonio Ribas son dos profesionales de la enseñanza y el mundo de la comunicación audiovisual que compaginan sus responsabilidades laborares con su pasión por el potencial pedagógico que tiene el mundo del cine. Se han convertido casi sin buscarlo en avezados divulgadores del contenido científico del mundo del celuloide, con elogiables investigaciones acerca del darwinismo, la conquista de la Luna o la manera en la que se ha presentado a Marte en la gran pantalla. Precisamente sus conclusiones con respecto al Planeta Rojo nos resultan especialmente interesantes, al plantear que nuestro vecino galáctico ha sido tratado tanto en la literatura como en el cine como un compañero del que desconfiar, dando continuidad a la mitología que lo vinculaba con la guerra. Las filmotecas acumulan títulos sobre Marte agrupables en tres bloques: el viaje a Marte, la terraformación que permitiría crear condiciones óptimas para su colonización humana, y la invasión marciana de la Tierra. Este último argumento ha calado tan hondo que en la cultura popular los conceptos extratrerrestres y marcianos llegan a ser equivalentes, siendo su llegada a nuestro planeta casi siempre nefasta, como queda de manifiesto en títulos como la emblemática La Guerra de los Mundos, así como en Invasores de Marte, Devil Girl from Mars o la hilarante MarsAttacks! Otras cintas en las que son los humanos quienes llegan al Planeta Rojo también muestran criaturas exóticas y peligrosas, aunque en ocasiones también plantean un mundo árido en el que es posible encontrar los restos de una avanzada civilización que sucumbió a su propio desarrollo, proyectando así el vértigo y el pánico tecnológico y nuclear que se implantó en medio mundo a partir de los años cincuenta del siglo pasado.


La creación por diferentes métodos de condiciones de vida idóneas en Marte de cara a convertirse en colonia terrestre también está presente en una parte del cine marciano, como Planeta Rojo o Desafío Total, apuestas de desigual signo que pueden en algunos casos considerarse anticipatorias a nivel científico.
No obstante, el elemento más singular identificado por Martín y Ribas está vinculado a la propaganda política introducida en las cintas, a veces de una manera por completo descarada. Sucede en Aelita, una cinta de 1924 del rusoYakov Protazanov en la que la civilización marciana aparece esclavizada y sometida a una cruel estirpe de líderes, siendo arengada por parte de terrestres a revelarse tomando como ejemplo la Revolución Rusa de 1917. Como contrapartida, en la en muchos sentidos precoz cinta de 1918 A trip to Mars, del danés Holger-Madsen, una misión terrestre alcanza un planeta Marte escenificado como un auténtico Olimpo, con una civilización idílica en la que es fácil identificar conceptos y elementos cristianos. La batalla ideológica implícita en muchas cintas pervivió con fuerza durante la Guerra Fría, dando al color rojo de Marte una connotación que poco tenía que ver con su superficie ferrosa.



Las horas bajas del Área 51

Algunos informantes identificados como ex empleados del Área 51 confirman la utilización de la zona en proyectos secretos.
Hace tiempo que el lugar más secreto del mundo dejó de serlo. Es posible incluso que nunca lo fuese del todo, pero lo cierto es que de unas décadas para acá al Área 51, en el árido desierto estadounidense de Nevada, sólo le falta un puesto de venta de palomitas para rubricar su popularidad.Tras años de estar presente en las tramas ufológicas, como espacio al que se habían trasladados restos de presuntas naves extraterres-tres accidentadas -como la de Roswell- con el objetivo de analizar los materiales y obtener aplicaciones innovadoras a nivel técnico y científico, la mítica zona secreta dio el salto al cine apareciendo frecuentemente referenciada. Se consagraba así este lugar como icono de la ocultación gubernamental sobre la existencia de vida alienígena visitándonos e incluso pactando con nuestros gobiernos. No obstante, desde el comienzo de esta historia una parte de los ufólogos consideraron que lo que realmente sucedía en este rincón militar no era otra cosa que el desarrollo de proyectos aeronáuticos secretos, aviones y dispositivos aéreos de tecnología avanzada que eran probados discretamente y a cuya ocultación le venía muy bien las historias de extraterrestres y OVNIs. Pues bien, hace poco más de un mes irrumpió James Noce, quien se acredita como veterano de la CÍA y del Área 51 durante las décadas de los 60 y 70, confirmando la utilización de la zona como campo de pruebas de aviones negros, espías e inmunes al radar, como el SR-71 Blackbird, el Lockheed A-12 o el famoso F-ll 7Nighthawk. A esta revelación se suma la reciente investigación desmitifica-dora de Channel4 sobre el HamadoTriangulo de Nevada, atribuyendo los accidentes y desapariciones de aviones a las peculiaridades de la orografía y el clima de la región.



Hawking y la hostilidad extraterrestre

o hay duda de que el físico Stephen Hawking pasa por ser una de las mentes más lúcidas y mediáticas de la astrofísica moderna, de ahí que cualquier declaración que haga pocas veces pase desapercibida. Y si encima tiene a los extraterrestres como protagonistas, es lógico que todos los focos se posicionen sobre él. Esto es lo que ha ocurrido el pasado mes de mayo, a raíz del estreno de un documental del Discovery Channel en el que se abordaban los intentos por establecer contacto con supuestas civilizaciones extraterrestres. Tras dejar claro que pensar en la realidad de vida alienígena es una cuestión de lógica científica, aunque en su inmensa mayoría se circunscriba al ámbito microbiano, Hawking sopesa la posibilidad de formas de vida inteligentes considerándolas una amenaza para la Tierra. "Si nos visitaran, -sentencia el astrofísico- los resultados serían como cuando Colón llegó a América, algo que no salió bien para los nativos". La llegada de alienígenas tecnológicamente superiores obedecería con bastante probabilidad a la búsqueda de recursos naturales, con un comportamiento principalmente depredador.



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